Independiente, que lo único que hizo fue defenderse; que por momentos sus defensores cerraban los ojos y la tiraban a los espacios vacíos, como si jugaran rugby; que hasta su técnico hizo tiempo, se llevó el clásico contra un Racing que, por lo menos, intentó jugar, con un gol de pelota parada en el primer (y prácticamente único) ataque que tuvo. Hablaron de paternidad.
El lunes, fue River el que se fue silbado, pese a generar más de diez claras, muy claras situaciones de gol, de salir a la cancha con Mauro Díaz, Erik Lamela, Ariel Ortega, Mariano Pavone y Rogelio Funes Mori; un cinco como Walter Acevedo y dos laterales como Paulo Ferrari y Carlos Arano. Su rival, simplemente un equipo muy mediocre que apostó a aguantar 90 minutos colgado del travesaño.
Ambos ganaron (para el equipo chico, empatar en el monumental es un triunfo) y nada más importa, ni sus planteos, ni los tiros en los palos y las atajadas de Hilario Navarro. El paradigma Falcioni continúa imponiéndose. Argentinos sale a destruir el fútbol de Godoy Cruz y logra un empate; Boca y Tigre juegan partido sin arcos, y la lista continúa. Te sacan las ganas de escribir. Te sacan las ganas de ver fútbol.
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