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sábado, 31 de julio de 2010

Una enseñanza de la ANFP

       Está prácticamente confirmada la continuidad de Marcelo Bielsa como técnico  de la selección chilena de fútbol.Sería por los próximos 5 años y se hará  oficial el próximo lunes, tras una reunión del rosarino con Harold Mayne-Nicholls, presidente de la Asociación Nacional de Fútbol  Profesional de Chile (ANFP)
       No sólo hay que  celebrar que durante las próximas eliminatorias volveremos a ver a un equipo que  apuesta por el buen fútbol y que tiene una vocación ofensiva en todas las  canchas –que no se queda en declaraciones a la prensa-;  sino que sobre todo  hay que destacar la decisión de la dirigencia chilena y y las causas de la misma.
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       ¿Por qué? Porque  no se quedaron con el último resultado, ni juzgaron que su planteo fracasó porque  quedó expuesto en la claridad de las derrotas con España y Brasil y cómo  aprovechaban los espacios que Chile suele darle a sus rivales.
       La renovación  llegó porque realizaron una evaluación de todo el proceso, donde no sólo se tuvieron  en cuenta los resultados (los cuales además se compararon con la historia reciente  del país –logró clasificar a un mundial luego de 12 años-), sino también el  rendimiento del equipo en la cancha (por ejemplo, se habló muy bien de los primeros  dos partidos en el mundial y lo superior que fue a sus rivales; pero también de las eliminatorias)
       Aún en  entrevistas en Sudáfrica, antes del partido con Brasil en octavos, e incluso  previo al mundial, se mostraron muy contentos con la labor de Bielsa. Y  lo justificaban tanto por los logros como por el  profesionalismo del entrenador.
       Si bien es  cierto válido preguntarse si esos valores que se le destacan serían algo  valioso si el equipo no hubiera conseguido resultados -¿Bielsa daría charlas si  su Chile hubiera estado en al mitad de la tabla?-, lo que sucedió en el país limítrofe  nos debe hacer pensar sobre cómo se toman las decisiones en la Argentina
       Por un lado, sobre  cómo se evaluó el fracaso de Bielsa  en Corea/Japón 2002, en un análisis donde no  se excluyeron no sólo las eliminatorias y el prestigio que adquirió la  selección, sino también la actuación y los resultados –una victoria y un  empate- en la fase de grupos.
       Pero también permite  profundizar sobre este nuevo fracaso,  el de Diego. Aún cuando esta visión más totalizadora (considerar todos los partidos  disputados, resultados, identidad que adquirió el equipo) termina siendo más  crítica de la actuación de Maradona como técnico de la selección, y se  correspondería con una acción más severa por parte de la dirigencia ( en vez de  hacer el juego de “no lo echamos…”); lo cierto es que quedan en evidencia las limitaciones  de los Pasman(*1), que  califican la actuación del equipo sólo por el último partido (una durísima goleada, no hay porque negarlo).
      Chile, con sus seis puntos, terminó décima en la clasificación general del mundial, Argentina, con el doble de puntos, alcanzó el quinto puesto.


(*1) Nota del autor: durante mucho  tiempo utilicé la figura del colorado Liberman como representante de una nueva camada de mediocres periodistas  que profesaban que el que gana siempre juega  mejor y no pateó bien porque no fue gol (que además tenían otras  características despreciables como un excesivo deseo de ser famoso y exitosos,  buscando cualquier oportunidad para sobrepasar el ámbito del periodismo  deportivo); pero la discusión con Maradona reposicionó a Pasman como el  abanderado de este grupo.

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